La esperanza es un salvavidas que nos ha mantenido a flote. Sobre todo, en los últimos años en los que la pandemia nos ha enfrentado a retos tanto organizacionales como personales que muchos de nosotros experimentamos como grandes crisis. En estos casos la esperanza fue un bálsamo que nos ayudó a sobrellevar momentos difíciles y nos llevó a construir un mejor panorama. No sólo a nivel personal, sino también en nuestro trabajo y como organización.
La esperanza en el contexto organizacional
A pesar de ser un concepto muy coloquial, es importante definir qué es la esperanza, cómo se distingue de otros conceptos y cómo se desarrolla en el contexto laboral.
Existen diversas definiciones de lo que es la esperanza. A manera de síntesis, puede decirse que la esperanza es un patrón de pensamiento utilizado por las personas para buscar de una manera activa, creativa y constructiva diferentes caminos para lograr objetivos. Por lo tanto, nos ayuda a manejar dificultades, al idear alternativas o soluciones, amortiguando situaciones de estrés.
A diferencia del optimismo, que nos orienta a través de una expectativa de “todo estará bien” se haga lo que se haga, en el caso de la esperanza no sabemos cuál será el resultado o cómo será ese resultado. Esto hace que nos active y nos impulse a trazar estrategias para actuar y lograr ese objetivo o resolver ese problema. En las organizaciones, la esperanza es un potente impulsor de metas con beneficios en lo colectivo y lo personal.
La esperanza en acción
Este elemento tan importante para el capital psicológico de las personas y las organizaciones presenta grandes beneficios. Fomenta la creatividad, la innovación, la flexibilidad y el pensamiento constructivo. Asimismo, promueve la resiliencia, la inteligencia emocional y la perseverancia hacia el logro de metas. Ello impacta positivamente en los resultados, así como en la autoeficacia y la confianza. Las organizaciones pueden promover de manera consciente la esperanza dentro del lugar de trabajo, de manera constructiva y aterrizada.
Te invito a que estas perspectivas sobre la esperanza te hagan replantear lo que este concepto, tan coloquialmente usado, puede significar para tu organización. ¡Tengo la esperanza de que así sea!