El avance de las propuestas económicas del Trumpismo tiene una aceptación generalizada en Wall Street y está incubando fuertes efectos en la economía mexicana, como un nuevo rally alcista del precio del dólar.
El índice VIX (Volatility Index) que es de uso común en los corrillos financieros para medir la incertidumbre o el miedo de los mercados bursátiles, está en un nivel históricamente bajo, cercano a cero.
El VIX técnicamente mide la volatilidad futura de los mercados accionarios estadounidenses y siempre se dispara al alza cuando hay riesgos sistémicos: colapso de China y el Brexit, elecciones con un Trump satanizado, etc.
Las bolsas no se han desplomado con los anuncios de Trump, de hecho, desde que ganó las elecciones a principios de noviembre han subido: 17.1 por ciento el Dow Jones, 19.8 el Nasdaq y 14.3 el S&P.
Aunque los lineamientos aún se están por discutir, la semana pasada Trump anunció su propuesta fiscal, que junto con la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), va a tener un impacto en los flujos de divisas hacia México.
La propuesta estrella de la Reforma Fiscal de Trump es la baja de la tasa de impuestos a las empresas de 35 a 15 por ciento, pero también hay disminución de las contribuciones a las familias y una propuesta de estímulos para las repatriaciones de capitales.
¿Qué pasaría si hipotéticamente bajan a 15 por ciento la carga fiscal en Estados Unidos?
Pues fácil, se convertiría en una especie de "paraíso fiscal" que le competiría a Irlanda y a Singapur en donde se alojan muchas transnacionales estadounidenses y de otras partes del mundo.
Y entonces, lo que nos atañe, la carga fiscal corporativa mexicana no resultaría competitiva.
De acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico (OCDE) las cargas fiscales son de 34.4 por ciento en Francia; 30 en México; 23.4 en Japón; 22 en Suecia; 10 en Reino Unido; 15.8 en Alemania; 12.5 en Irlanda y 8.5 en Suiza.
Un golpe de estos, junto con una política agresiva de repatriación de capitales y barreras impositivas a las importaciones incrementales en el TLCAN hacia Estados Unidos por parte de Trump, obviamente afectará los flujos comerciales y financieros hacia México.
En general, la visión hacia las reformas Trumpistas es favorable, como lo demuestran los análisis de Moody´s: "US Tax reform proposal would boost corporate cash flow" y el de la OCDE: "¿Cómo escapar del bajo crecimiento? Iniciativas fiscales eficaces, evitando trampas comerciales", y también "Global Financial stability report" del FMI.
Cierto que en el caso de las negociaciones comerciales del TLCAN el Gobierno mexicano ya está preparado, bueno, porque aprendió a punta de golpes de Trump y su gente.
Pero en la parte fiscal y de repatriación de capitales no hay nada.
Por el contrario, la última reforma hacendaria en México fue en el sentido opuesto.
Intentar una reforma fiscal pro inversión y consumo en México es algo casi imposible.
La tecnocracia mexicana que controla desde hace más de 30 años a las Secretarías de Gobierno que hacen las políticas públicas y el banco central, nunca ha logrado imponer a la nomenclatura política alguna medida fiscal eficiente.
Por el contrario han sido blandengues y complacientes.
Como ya lo hemos mencionado, desde 2008 hasta 2016, el gasto público autorizado se ha sobregirado en promedio 1.75 puntos del PIB con respecto a lo ejercido.
En 2016 fue un sobregiro escandaloso de 3.82 puntos del PIB.
Esto junto con la promoción del uso de mayores déficits fiscales, han llevado al problema de un exagerado coeficiente de deuda pública contra PIB, que es lo que nos mantiene bajo la mira de las calificadoras para degradar la deuda soberana, o sea, darnos downgrade.
Creo que el Trumpismo romperá muchos paradigmas que van a golpear los flujos comerciales y financieros a México y ese será el motor para otro rally alcista del precio del dólar que afectará a la inflación, las tasas y la política monetaria.
Así que no se duerman en sus laureles, podrían despertar con una mala resaca.