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ECONOMÍA

Pemex, gallina clueca. Crónica de una muerte anunciada

Por: DA. Javier Rueda Castrillón
Analista económico en diferentes medios; autor de artículos sobre política y economía
jruedac@me.com

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La actual elección en México se desarrolla en la órbita de una figura omnipresente, el presidente López Obrador. Su influencia se cierne sobre los discursos y las propuestas de quienes aspiran a sucederlo, un ejercicio de elogios hacia la coalición oficialista y de críticas feroces de la oposición, AMLO sigue siendo el eje central de las campañas.

Si bien su nombre no figura en las boletas, su estrategia para mantenerse en la conversación pública impulsa a que su presencia sea referencial, influyendo emocionalmente en la toma de decisiones del electorado. Después del sexenio, la figura de PEMEX y su crisis parece ser el estandarte nacional entre lo antiguo y lo moderno; la petrolera más endeudada del mundo, arroja sombras sobre la gestión gubernamental y la cancelación de contratos por falta de fondos junto al alza de impuestos, exponiendo una realidad preocupante que cada calificadora reporta constantemente.

A pesar de los intentos por sanear la empresa, la situación financiera parece no encontrar solución. La dualidad de la gestión de López Obrador y la persistente crisis en empresas estatales como PEMEX son un claro ejemplo de incapacidad sistemática para resolver problemas arraigados en la política mexicana. Las campañas electorales podrán tener diferentes matices, pero el reto de resolver estas problemáticas estructurales seguirá siendo un pendiente para quien ocupe el poder.

Basta un análisis sobre la estructura operativa y financiera de la petrolera para descubrir un panorama con múltiples complicaciones. Aquel enfoque tan presumido que prometía eficiencia económica a mediados de los 90 marcó un cambio importante en la cadena de valor de Pemex, sin embargo, pese a una producción robusta de crudo entre 2000 y 2008, la refinación no ha logrado incrementarse, llevándolo a una menor disponibilidad de petrolíferos a nivel nacional.

El estancamiento en inversión y producción, combinado con un aumento alarmante en la deuda financiera, es un asunto que no debe ser excusado con un “petróleo mexicano para los mexicanos”. A pesar de una inversión significativa en producción y exploración, la plataforma de extracción disminuyó considerablemente en los últimos años, una historia que confirma el declive marcado desde 2004.

La preferencia por la exportación de petróleo crudo, los altos precios internacionales y la falta de mantenimiento en las refinerías han llevado a pérdidas operativas constantes. Lejos de migrar a la sostenibilidad y la coherencia que ofrecen las energías renovables, el empeño marcado en la adquisición de la refinería de Deer Park evidenció la visión del futuro energético nacional: mientras empresas como Shell se desprenden de refinerías, alineándose con la desaceleración de la producción de combustibles tradicionales y la transición hacia una generación de vehículos más limpia, PEMEX entra a la "venta de garage" con un Deer Park que experimenta cierres temporales debido a problemas en sus unidades de destilación.

Para muchos no resulta lógico invertir en un activo con casi 100 años de antigüedad, con costos de mantenimiento significativos y relaciones laborales complejas, una estrategia que a la fecha no ha posicionado el ingreso como el TOP económico nacional necesario, sigue siendo un cuento del pasado llevado hacia la obsolescencia. El mundo ha cambiado, es cierto que PEMEX puede aún ser un negocio de presente y necesario, pero con muy poco futuro y confirmado hacia caminos que, debido su rápido avance, ya deberíamos empezar a recorrer.

Como estampa final, permítame recordar a un molesto Andrés Manuel López Obrador porque aerogeneradores del parque eólico de La Rumorosa afeaban el paisaje, el Presidente se exponía de nuevo contra la generación privada de energía… Molinos de viento para un Quijote que pareciera ser Sancho, necedad política cuando Cervantes nos ilustraba al saber la posibilidad de confiar en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.