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¿A dónde vamos? Un vistazo a los pasos evolutivos en la humanidad

Por: LCC. Gabriel Moreno Rodríguez
Productor; académico en el ITESM; director de noticias; analista en temas de tecnología y CEO
@gabofanfare

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A estas alturas es difícil no estar familiarizado con la teoría evolutiva de la humanidad, la cual expone el paso que dieron nuestros antepasados en la línea de los primates hasta llegar a la familia llamada homínidos.

Más allá de analizar nuestro pasado y el camino que nos llevó a convertirnos en la única especie del género Homo, un viaje interesante del que parte este artículo es la pregunta ¿hacia dónde vamos?

El tema de la evolución humana “a futuro” es uno que ha intrigado a científicos y escritores de ciencia ficción por igual, que han teorizado cambios y ajustes que podría tener nuestro cuerpo de acuerdo a lo que la naturaleza y la ciencia dicten en el medioambiente.

Un popular ensayo en Internet titulado “Todos los mañanas, ¿el futuro de la humanidad”, obra de C. M. Kosemen, plantea que la tecnología y los avances en medicina transformarán a los humanos en seres perfeccionados mediante genética, ingeniería y biología. Inmunes a enfermedades crónicas, degeneración celular e incluso la muerte natural del cuerpo propia del envejecimiento.

De alguna manera, muchas personas viven con esa esperanza, donde en un futuro no muy lejano tengamos la cura para los miles de variables de cáncer, diabetes, hipertensión, alzhéimer, derrames cerebrales y muchos otros males que inevitablemente nos llevan al fallecimiento.

De cierta forma es fácil imaginarlo, pero obviamos los cambios que pueden parecer grotescos para nuestros ojos, pero tal vez necesarios para nuestros descendientes.

La artista moderna Patricia Piccinini ha pasado su vida recreando criaturas a base de silicón y cabello humano que se asemejan a nosotros, pero con notables diferencias en sus cuerpos. Por ejemplo, Graham, un ser hinchado, rodeado de grueso músculo y distintas protuberancias, es una forma en la que Piccinini imagina que nuestro cuerpo pudiera evolucionar para ser más resistente a los accidentes de automóvil, pues posee un cráneo fragmentado en capas con el suficiente “acolchonamiento” para proteger al cerebro de un fuerte impacto.

En la perspectiva de un ocaso nuclear, los humanos podrían evolucionar obligados por las tormentas radioactivas, escasez de alimentos y el apogeo de enfermedades como el cáncer y la decadencia de nuestra piel. Es difícil pensar que nuestra especie se pueda adaptar a un mundo destruido por la radiación, pero si algo es cierto, es la capacidad de adaptación de la que nos ha dotado el cerebro.

La realidad es que 315,000 años puede parecer mucho tiempo desde que los Homo sapiens comenzaron a poblar el planeta, sin embargo, es importante destacar que las primeras civilizaciones datan de apenas 4,500 años y la escritura lo supera por tan sólo 500 años más. Es decir, sabemos poco de los cientos de miles de años que precedieron a estos primeros pasos.

Por otra parte, resulta sobresaliente que en una fracción del tiempo que ha existido nuestra especie hemos sido capaces de construir civilizaciones, desarrollar complejos sistemas de comunicación, explorar el espacio e incluso hemos comenzado a modificar cuerpos con ayuda de avanzados sistemas científicos.

Aunque a la evolución le pueda tomar millones de años aún transformar nuestro organismo de una forma sustancial, lo cierto es que, como especie, lo más probable es que seamos nosotros mismos los primeros en cambiar nuestra apariencia y destino, ya sea para bien o para un triste y sombrío final.