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Bullying y ciberbullying

Por: MDE. Karen Lizbeth Ayala García
Abogada en el Departamento Jurídico Corporativo STRATEGA Consultores
karen.ayala@strategamagazine.com

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“Ya no puedo recuperar esa foto. Estará en Internet para siempre”, publicó Amanda Todd en su video de denuncia, pues a los 12 años mostró brevemente los pechos por la webcam (durante una sesión de videochat en BlogTV), la cual fue distribuida entre sus familiares, amigos y compañeros, trayendo consigo acoso, agresiones y amenazas, actos que la llevaron al suicidio con sólo 15 años de edad.

Puedo asegurar que todos alguna vez hemos escuchado o hemos sido testigos del bullying hacia alguna persona o al menos tenemos una idea de lo que es y las formas en las que se manifiesta; hoy en día, a estos actos sumamos su variante digital: el ciberbullying.

El término bullying hace referencia al acoso escolar y al abuso, lo que provoca en niños y adolescentes graves consecuencias, como la exclusión social, el daño físico o psicológico, la tristeza, la depresión, sentimientos de abandono o soledad, baja autoestima y problemas de salud en general, frecuentemente ocurren bajo las narices de profesores, padres y otros alumnos, que ignoran o minimizan el daño.

Surge a partir de que un agresor ataca o acosa a una víctima; puede consolidarse dentro de las instituciones educativas y contar con espectadores; recordemos que la violencia generada en la escuela es el reflejo de la sociedad, por eso es un tema altamente preocupante que debe prevenirse desde su origen y desde casa.

No se trata de un simple empujón o un comentario malintencionado, es un acto de violencia que debería traer aparejada una sanción, pues si no se detecta a tiempo puede ocasionar en la víctima daños emocionales y físicos.

En México, se estima que 4 de cada 10 alumnos –entre los seis y los 12 años– han sufrido bullying, y 1 de cada 6 termina en suicidio.

La tecnología ha brindado a los bullies una plataforma nueva para agredir, es más fácil hacerlo detrás de una pantalla que en persona; su única intención es dañar la reputación de alguien y sus efectos pueden ser sumamente graves; además, sucede a cualquier hora o lugar, por gente escondida tras perfiles o cuentas falsas. Algunas formas de manifestarse son:

  • Acoso por mensajería instantánea (Whatsapp, Messenger, Facebook, SMS);
  • Robo de contraseñas;
  • Publicaciones ofensivas en blogs, foros, sitios web y redes sociales, como Facebook, Twitter, Instagram;
  • Encuestas de popularidad para humillar o amedrentar;
  • Exhibición de fotografías, publicar información vergonzosa, falsa o íntima;
  • Enviar videos o imágenes de contenido sexual o agresivo.

A estos sucesos se les denomina ciberbullying y la expresión es utilizada para describir cuando un niño o adolescente es molestado, amenazado, acosado, humillado, avergonzado o abusado a través de Internet o cualquier medio de comunicación, como teléfonos móviles o computadoras; estos actos deberán ser entre similares (jóvenes de la misma edad), ya que si se involucran adultos, se denomina ciberacoso o acoso cibernético.

Cualquiera puede ser víctima de ciberbullying, y aunque es más complejo de tipificar que el bullying presencial, existen patrones preocupantes, los cuales se repiten en estas conductas.

Es importante que el Estado prevenga, investigue, sancione y, en su caso, reparare las violaciones en los términos que establezca la ley para la aplicación de las medidas pertinentes, a fin de evitar todas las formas de explotación y violencia, teniendo como prioridad el interés de los menores, pues lo que empieza como un juego de niños puede ser el futuro violento de un México, ya de por sí desgastado.