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PANORAMA INTERNACIONAL

China, la gran conquista económica

Por: DA. Javier Rueda Castrillón
Analista económico en diferentes medios; autor de artículos sobre política y economía
jruedac@me.com

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Cada vez se escuchan menos los ecos represivos de Tiananmen, la violación de los derechos humanos no es un tema relevante en el panorama internacional, la represión en el Tíbet ha dejado de preocupar mas allá de la frontera, el control y la censura en Internet forman parte de un control vendido como necesario, y la contaminación desmesurada del medio ambiente ha llegado a cifras alarmantes... ¿más temas para el debate? El milagro económico chino es de tal magnitud que opaca todos estos puntos, situando a China en el panorama internacional como la gran potencia sin freno.

Occidente no es tan duro con el régimen chino y sí, por ejemplo, con la Venezuela del desaparecido Chávez. Los especialistas en economía internacional quedan asombrados al ver cómo el país Sudamericano vende petróleo a tal precio, que le conviene al gigante asiático revenderlo para generar más recursos.

La tolerancia con China es obligada, no es posible ser demasiado duros con nuestro propio banquero, el silencioso músculo financiero resulta más efectivo que el militar propiciando un nuevo modo de conquista, pacífico, arrollador y efectivo.

La crisis financiera internacional encontró en China al banquero providencial. Gobiernos africanos agradecen que los inversionistas chinos construyan obras de infraestructura donde la industria occidental consideró trabajar, las potencias occidentales parecen ignorar y dejar pasar el cómo China genera recursos.

China no para, si el gigante estornuda el mundo cae en gripa, pero pronto surge la cura para consolidar su futura hegemonía. La nueva ruta de la seda, la obtención de materias primas y petróleo, una efectividad en procesos y una política de relación internacional orientada a un constante crecimiento, hace de esta máquina asiática una máquina infalible.

La construcción de esta hegemonía, más que un asunto de comercio internacional, resulta un tema de seguridad nacional perfectamente diseñada para evitar brotes sociales incontrolables en su territorio, garantizando un ritmo anual de crecimiento superior al 8 por ciento. Lo que abone sobre esa cifra literalmente es ganancia, hay una realidad en donde China entiende su poder de producción y su dependencia a la compra; el mundo no puede aguantar su ritmo.

China crece y debe mantenerse, cada año su población de mil 500 millones de habitantes consume medio kilo más de carne, resulta imposible imaginar un futuro en el que ese pueblo pueda consumir lo que cualquier familia de clase media baja consume en la mayoría de los países occidentales. Manteniendo el ritmo de crecimiento, se calcula una población de 2,000 millones de habitantes para el año 2020. ¡No deje pasar por alto este dato! China debe construir una infraestructura similar a la ciudad de Guadalajara todos los meses, ha leído bien, todos los meses…

El mundo debe entender que también hay reglas para poder sacar provecho de estas necesidades; Japón han logrado aprovechar el potencial de producción chino imponiendo a sus proveedores controles de calidad a los impuestos sobre productos específicos. No cuenta con los mismos estándares de calidad un teléfono chino comprado en nuestro país que en Tokio. China puede producir a todo nivel y estándar, la demanda y capacidad de negocio internacional son factores decisivos para la adquisición y consolidación del mercado mundial.

El siglo XXI será el siglo de la hegemonía china, de la actual fábrica del mundo, el de la civilización con vocación de imperio. Esta hegemonía vendrá precedida por un presente en el que pueblos pobres de los distintos continentes se rinden a las ofertas que en el futuro pagarán su precio.

“Si el agua es demasiado clara –transparente para exponer la verdad– no atrapas ningún pez”. La estrategia es turbia, el uso de materia prima necesaria para la supervivencia asiática se ha vendido como una oferta de cambio, China entra al país para donar una infraestructura y a cambio conquista de manera silenciosa el país. Estadios, aeropuertos, hoteles y redes de comunicación fueron mostradas al mundo como el gran avance sudafricano. Aquel mundial futbolero daba la apertura a un país que presumía una supuesta modernización, totalmente Made in China, donde el uso de recursos quedó abierto para seguir una expansión que parece no tener fin.

Sudamérica, África y un sin fin de retos para consolidar la nueva conquista en la que China tiene como objetivo ser el número uno de la economía mundial.  ¿Lo conseguirá? Pregunta equivocada, cuestiónese cuándo llegará a la conquista total. Empieza la cuenta regresiva.