En cierta ocasión en que el Profeta Mahoma estuvo enfermo, se le presentó el ángel Gabriel, quien le devolvió la salud, luego de ofrecerle una bebida aromática y negra como la gran Piedra Negra que existe en La Meca.
Anónimo
Quién no ha escuchado la frase “nada mejor que una taza de café para despertar”, con lo cual atribuimos a esta bebida propiedades estimulantes; pero ¿qué es la cafeína?, ¿cómo actúa en nuestro cuerpo?
Comenzaré por mencionar que, aunque el consumo del café se remonta a varios siglos atrás y fue a principios del siglo XVI que llegó a las Américas –desde Etiopía–, la cafeína, (uno de sus tres componentes estimulantes), fue descubierta hasta 1819 por el químico Friedlieb Ferdinand Runge, gracias a una solicitud del poeta Johann Wolfgang von Goethe.
Pertenece a un grupo de sustancias llamadas xantinas y se encuentra en más de 50 plantas, como el café, las hojas de té, la nuez de cola y el cacao; también la hay sintética, presente en medicamentos y bebidas energizantes.
Según la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), en promedio una taza de café (250 ml) contiene entre 95-200 mg de cafeína; una taza de té, 14-60 mg; una lata de cola (355 ml), 35-45 mg; y una bebida energizante, 70-100 mg. Los alimentos etiquetados como descafeinados pueden contener esta sustancia en menores cantidades.
Proporcionar energía y mantenernos despiertos es uno de los principales efectos del café, al estimular nuestro sistema nervioso central; pero también funciona como diurético; incrementa la liberación de ácido gástrico, reflejándose en molestia estomacal; afecta la absorción del calcio, por ello no la deben ingerir los niños, ya que sus huesos en formación lo requieren; y puede incrementar la presión arterial.
Tomar hasta 400 mg de cafeína (4 a 5 tazas de café) puede considerarse una ingesta “sana” en un adulto; no obstante, debemos considerar que el metabolismo en el hígado de cada persona es diferente y pueden interferir otros aspectos. La evidencia señala que después de consumirla, sus efectos duran de cuatro a seis horas.
En exceso puede ocasionar síntomas desagradables, como inquietud y temblores, insomnio, dolores de cabeza, mareos, incremento del ritmo cardiaco, deshidratación, ansiedad y dependencia. En este último caso, se pueden presentar dolores de cabeza, somnolencia, irritabilidad y dificultad para concentrarse; por lo que se recomienda disminuir su consumo de manera gradual.
Debido a los resultados negativos, las bebidas con cafeína deben ser evitadas por niños, mujeres embarazadas, adultos mayores, personas que padezcan migraña o insomnio, gastritis, alteraciones del ritmo cardiaco, presión arterial alta o ingieran algún medicamento cuyo efecto pueda verse afectado, lo que deberá revisarse con personal médico.
Hoy en día, es posible encontrar suplementos alimenticios con cafeína pura, sin embargo, la ingesta concentrada de esta sustancia puede tener secuelas graves como convulsiones e incluso ocasionar la muerte. Asimismo, su uso también puede ser positivo para la salud, está presente en algunos analgésicos o antigripales, por ejemplo; la adición mayor o igual a 100 mg de cafeína a ciertos medicamentos para el dolor –como el paracetamol o el ibuprofeno– ha demostrado ayudar de manera leve a potenciar su efecto; y la evidencia también señala mejoría en la función respiratoria de las personas con asma, hasta por cuatro horas.
Deliciosa puede ser una taza de café, pero sus consecuencias en nuestro organismo dependerán de cómo la preparamos y la tomamos, ¡cheers!