SALUD
“No podemos esperar a que gente como yo crezca y seamos los que estemos a cargo de todo; hay que actuar ahora”.
Greta Thunberg
Con el número 82 en la tabla periódica está el plomo (Pb), metal pesado que se encuentra de forma natural en la Tierra y que, gracias a sus propiedades fisicoquímicas, ha sido ampliamente utilizado por la humanidad desde tiempos antiguos, en esmaltes, pinturas, minería, elaboración de vasijas, tuberías y monedas, entre otros insumos. Gracias a la evidencia científica en la isla de Groenlandia, se sabe que su concentración en el ambiente ha ido en aumento más de mil veces con la actividad humana, e inclusive ha alcanzado altos niveles atmosféricos desde la época de los egipcios, griegos, romanos, pasando por la Edad Media y la Revolución Industrial, hasta nuestros días.
Empero a la gran diversidad de usos de este elemento, se tienen registros del siglo II a. C. por el griego Nicandro de Colofón, quien describe los síntomas relacionados a la intoxicación por plomo como malestares gastrointestinales y neurológicos, irónicamente también fue ampliamente utilizado por su capacidad edulcorante en la preparación del vino, lo que ha dado pauta a teorizar que, derivado de sus efectos adversos y la gran cantidad de ingesta de esta bebida, pudo contribuir a la decadencia del imperio romano. Otros datos curiosos presuponen dificultades de fertilidad secundarias a envenenamiento por este metal en Julio César y Octavio Augusto, por el consumo de vino; lo mismo que los problemas gastrointestinales y de comportamiento errático en Beethoven; al igual que muertes prematuras en pintores como Caravaggio, por el aditivo en las pinturas.
Actualmente, es liberado al ambiente por minas, fábricas de manufactura –como la industria automotriz–, cuando se quema carbón o petróleo, de ahí que en la década de los 80 se realizarán en México una serie de reformas para la reducción del plomo en la gasolina; también se puede encontrar en el suelo y el agua por desprendimiento de pinturas de casas, edificios o estructuras, al igual que en plaguicidas y cañerías. Y una vez en el entorno, al no degradarse, entra en la cadena alimenticia en plantas y animales, acumulándose y magnificando sus concentraciones en cada nivel.
En México, además de la contaminación, la ingesta de alimentos y agua contaminada o el uso ilegal en la elaboración de juguetes y utensilios escolares, desde hace algunas décadas es reconocida la intoxicación por plomo como un problema de salud por el uso en la preparación de alimentos en barro vidriado.
A través de la boca, la respiración y en menor cantidad por la piel es como entra este elemento a nuestro cuerpo, acumulándose en diversos órganos como el hígado, los riñones o el cerebro, pero principalmente en huesos y dientes. Las mujeres embarazadas, niñas y niños son las personas más susceptibles a sus efectos tóxicos, afectando principalmente, en estos últimos, su capacidad intelectual y con ello el desempeño escolar; también puede ocasionar anemia, problemas renales e inclusive se ha descrito como causa de un incremento en las conductas violentas.
La Norma Oficial Mexicana NOM-199-SSA1-2000, Salud ambiental. Niveles de plomo en sangre y acciones como criterios para proteger la salud de la población expuesta no ocupacionalmente establece para la concentración en sangre en niñas, niños y mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, 5 µg/dl (microgramos de plomo por decilitro de sangre). El problema es que en los resultados nacionales de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018-19 (Ensanut), se encontraron concentraciones de Pb en sangre en personas de entre 1 y 4 años de edad desde 3.3 hasta 36.6 µg/dl, dentro de las cuales un 17.4% tuvieron valores por encima de la Norma, lo que se traduce en más de un millón de niñas y niños perjudicados.
La buena noticia es que a través de una determinación de plomo en sangre se puede identificar si hay intoxicación e iniciar un tratamiento médico, no obstante, la prevención es nuestra máxima y lo más importante será la reducción de las exposiciones al estar al tanto de las fuentes (para lo cual la regulación a la industria y el comercio son acciones clave) y evitar la exposición, así como tener una dieta balanceada, como la que emite la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos y que pueden consultar en https://www.epa.gov/sites/production/files/documents/nutritionsp.pdf
