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Creatividad empresarial: lo que un líder puede aprender de los artistas

Por: MCH. Arturo Haro
Diseñador gráfico, fotógrafo, escritor y músico
@arturoharophoto

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Para la mayoría de las personas, la imagen de un artista puede ser la de una persona creativa, aunque algo desordenada; inteligente, pero informal; soñadora y, tal vez, poco aterrizada y no hay nada más lejano que eso: un artista también puede tener una personalidad emprendedora, ágil, decidida, firme y al mismo tiempo ser lo suficientemente flexible y adaptable a los cambios y situaciones adversas y, al contrario de lo que podría parecerle a usted, puede enseñarle bastante a un empresario. Le comento aquí algunos de estos atributos y ya verá si cuenta con ellos, los conoce o toma nota para investigar más por su cuenta:

El artista practica el pensamiento no lineal: es decir, desarrolla el pensamiento que salta hacia adelante para imaginar escenarios posibles en un futuro cercano y luego regresa a la escena actual para dilucidar el trayecto a seguir para llegar a la meta. Proyecta situaciones actuales tomando en cuenta a todos los actores del suceso. También piensa en soluciones laterales que pueden enriquecer más el camino hacia el objetivo y que “desatoren” un proceso secuencial que se haya atascado en alguna parte.

Emplea técnicas de pensamiento creativo, como el pensamiento divergente: plantea múltiples alternativas o caminos posibles para resolver una situación, a sabiendas de que se encuentra más riqueza en el trayecto que en el destino. Al plantear múltiples alternativas es posible que queden ideas en el tintero que podrían implementarse más adelante para resolver otros problemas. Elon Musk utiliza el pensamiento divergente similar al proceso creativo de los artistas para abordar problemas complejos, como la colonización de Marte o la transición a energía renovable. Su habilidad para imaginar futuros alternativos ha llevado a sus empresas a redefinir industrias completas. En otros ámbitos le llaman flexibilidad cognitiva: destinar un espacio mental a la pregunta “¿Qué tal si…?” Y permitirse contemplar posibles situaciones alternas.

Desarrolla un umbral alto de tolerancia al error a través de múltiples ensayos: el artista boceta una y otra vez en papel antes de pasar al lienzo y también ensaya varias veces la misma serie de pasos (método) para descubrir errores y puntos flacos, analizarlos, comprenderlos y mejorarlos para luego establecer una metodología. El artista sabe que sólo repitiendo constantemente los pasos podrá detectar vulnerabilidades en su proceso y encontrará áreas de oportunidad para desarrollar su talento y ejecutar perfectamente una obra. Generalmente conserva sus bocetos o ensayos, para volver a ellos posteriormente y analizarlos para seguir aprendiendo de sus errores.

El artista tiene su particular trazo, su impronta al bailar, cuenta con su propio gesture, es decir, le imprime su sello a lo que produce, desarrolla una manera de resolver las cosas. Por eso distinguimos un Picasso de un Renoir, de forma parecida reconocemos la voz y el estilo de Amy Winehouse en relación a otras artistas y no la confundimos con Aretha Franklin. Cada artista tiene su estilo propio y se lo imprime a lo que hace. Entonces los resultados tienen su personalidad y son únicos en el mundo, lo que les agrega un enorme valor; son producto de un ser humano.

Y, sobre todo, un artista procura disfrutar del proceso, no se martiriza sin sentido entorpeciéndolo, ni por hacer un performance efímero, sino que se involucra por completo en el proyecto, lo hace suyo, lo caracteriza y le pone su firma para después compartirlo con los demás. Sabe que una luz se enciende para colocarse en lo alto y permitir que ilumine, no se le coloca debajo de una mesa.