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El futuro de la justicia: juzgados por robots

Por: LD. Hugo Enrique Mendoza Carbajal
Abogado fiscalista STRATEGA Consultores
hugo.mendoza@strategamagazine.com

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Una de las series que más ha impactado al gremio de los abogados en los últimos diez años (para bien o para mal) es Suits, la cual relata las peripecias y los ardides de una firma legal neoyorkina. Uno de sus protagonistas es Mike Ross, un asociado del despacho que ni siquiera estudió la carrera de Derecho, pero con una gran ventaja: tiene memoria eidética. Todo lo visto, leído y escuchado en su vida lo puede recordar a la perfección.

Si bien este “superpoder” ha sacado de aprietos al joven leguleyo, es notoria su falta de experiencia. ¿Se imaginan ser abogados y tener toda la información de un expediente, de los precedentes judiciales, de las propias leyes y reglamentos, en su cabeza? Pues esta aseveración ya es una realidad a través de la tecnología.

En 2016, la firma BakerHostetler, en colaboración con IBM, empezó a hacer uso de otro personaje con la capacidad de almacenar una gran base de datos legales y cuyo nombre también es Ross. ¿La diferencia? Ross es un robot.

Las funciones de Ross están enfocadas en realizar las actividades de los asistentes legales o paralegals, figura usada en países anglosajones, quienes apoyan a abogados titulares para analizar asuntos, redactar escritos, contratos y demás documentos, así como brindar atención a clientes. Ross no sólo ha probado ser eficiente en cuanto a la depuración de información (función que pude efectuar sin conectarse a Internet), además, puede sustituir a sus “colegas” humanos.

La implementación de robots, así como la inteligencia artificial y algoritmos en los negocios y actividades comerciales, es un hecho que avanza rápidamente tanto en países de primer mundo como en los que se encuentran en subdesarrollo. El capitalismo los concibe como empleados ideales para empresas que desean disminuir sus costos laborales y evitar conflictos sindicales: laboran 24/7, no toman vacaciones, no piden aumento de sueldo y tienen más años de vida útil que una persona.

Cada vez hay más plataformas que pretenden hacer accesible el uso de instrumentos jurídicos a la población, sin gran costo, tales como Legal Zoom, Rocket Lawyer y Law Depot. ¿Cuántos abogados serán remplazados por robots? Los que ofrecen servicios más básicos y mecánicos. Sólo preservarán los que se dediquen a trabajos especializados.

Esta tendencia incluso afecta a los propios juzgadores. El libro ¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la automatización, de Andrés Oppenheimer, menciona un estudio en donde se concluye que los jueces que resuelven infracciones de tránsito en la India con mal humor o con hambre (dependiendo la hora del día) sentencian de manera negativa. De ahí la ventaja de jueces artificiales, llegando a ser más imparciales que un humano.

Si bien los que están a favor del uso de tecnologías avanzadas en la impartición de justicia apuestan por la democratización, en el sentido del acceso a esta por los más vulnerables, la realidad es que la automatización orillaría a muchos al desempleo, pero a su vez provocaría la diversificación de los propios servicios jurídicos.

Una inteligencia artificial podría redactar contratos o actas con base en formularios y cotejando mediante algoritmos casos similares, pero al final del día se requerirá un análisis de un abogado para temas más complejos.

Siempre se requiere de un Ross (el asistente legal humano, no el robot) para el fortalecimiento con clientes y la entrega de resultados contundentes, lo cual es difícilmente sustituible por una máquina, por más que se le dé forma humanoide. Lo mismo ocurre con el acusado y el juzgador; la sentencia siempre se verá influenciada en mayor o menor medida por el factor humano.