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El nuevo Flower Power

Por: MDC. Daniela Paz Aguirre
Maestra en Derecho Constitucional y Derechos Humanos, por la Universidad Panamericana de México
dannypaz2107@gmail.com

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Los años 60. En medio del caos que marcaba la guerra de Vietnam, surgió el movimiento de la no violencia, de cambiar las balas por las flores, el odio por la paz y así, el flower power se convirtió en el movimiento elegido por los hippies del sur de California, con un logo repleto de flores delicadas y alegres que bien podríamos asociar a la figura femenina.

La mujer es, por antonomasia, la figura de la delicadeza, el bien decir, el amor, aquello que une, que contiene. Para las décadas de los años 60 y 70 e inspirada en movimientos como el flower power, Betty Friedan contribuyó a formar la Organización Nacional para las Mujeres (NOW) en los Estados Unidos de América, quizá la organización feminista más poderosa de ese país.

Le resultaba incómodo no alzar la voz en una sociedad que parecía aceptar sin menospreciar a la mujer en la vida pública, después de todo ya se tenía ganado el derecho al voto cuando para el año de 1954 se especificó en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que “las mujeres tendrán derecho a votar en todas las elecciones en igualdad de circunstancias que los hombres, sin discriminación alguna”. Pero algo seguía sin cuajar, la mujer no participaba activamente en la vida pública de sus países, se le designaban las tareas de una vida privada, dentro del hogar.

Es en realidad a partir de estas décadas que la mujer tiene un nuevo papel social encaminado a expresar su opinión, a tomar las riendas no solo de la primera célula social que es la familia sino de la sociedad, su voz se volvió pública y sin lugar a dudas, trajo tremendas figuras femeninas cargadas con buena dosis de poder: el nuevo flower power se sentó en la silla presidencial.

Desde María Estela Martínez de Perón mejor conocida como “Eva Perón” hasta Ángela Merkel quien ha encabezado la lista de las 100 mujeres más poderosas del mundo por nada más y nada menos que siete veces consecutivas en la revista Forbes, ha habido una imperante necesidad de mostrarle al mundo que las mujeres son capaces de gobernar.

El año 2016 pudo haber sido histórico en la evolución de la figura femenina en la vida pública al tener a tres mujeres liderando los -posiblemente- tres países más importantes del mundo: Ángela Merkel por Alemania, Theresa May al frente de la Gran Bretaña y Hillary Clinton quien finalmente perdió frente a Donald Trump las elecciones por Estados Unidos de América, dejándonos sin esta muestra máxima del poder femenino.

Quisiera hacer una mención especial para el caso de Michelle Obama, la brillante abogada graduada por la Escuela de Derecho de Harvard y quien fuese la primera dama de los Estados Unidos de América durante la gestión de su esposo Barack Obama, y que si bien es cierto no era ella la cabeza del ejecutivo, también lo es que tuvo una notoria influencia positiva para el partido demócrata y por supuesto para el presidente. Con inteligencia y mucha gracia, Michelle Obama resultó ser la cara amable de la Casa Blanca durante ocho años, demostrando que el liderazgo, la brillantez y entereza no necesariamente tienen que endurecer la femineidad de la mujer.

En América Latina, también se dejó sentir una “ola rosa” cuando Cristina Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff y Michelle Bachelet abanderaban las naciones de Argentina, Brasil y Chile respectivamente. Europa por supuesto no se ha quedado atrás y países como Islandia, Croacia, Finlandia e Irlanda han experimentado tener un gobierno encabezado por mujeres.

¿Y México? Pues México tiene mucho que aprender todavía en la integración de la mujer a la vida pública. Este 2018 es el primer año en el que tenemos una candidata a la Presidencia de la República (Margarita Zavala) y en la vida electoral de nuestro país, únicamente han existido siete mujeres ocupando gubernaturas, una sola entidad federativa ha repetido tener Gobernadora (Yucatán) y en la actualidad, de las treinta y dos entidades federativas solo una es ocupada por una mujer: Claudia Pavlovich por el estado de Sonora.

La mujer está lista para ocupar puestos de poder, ojalá nosotros como sociedad rompamos los estereotipos que se nos han marcado por siglos, el flower power llegó para quedarse y no va a dar un paso atrás.