La salud se ha mantenido muy enfocada en lo referente a lo físico. Especialmente a la no propagación del virus, a reforzar medidas de higiene, a la atención de síntomas, el cuidado preventivo y la visita médica en caso de enfermar a causa del SARS-CoV-2, sin dejar de lado las enfermedades de temporada y crónico degenerativas que aquejan a la población.
Pero parece ser que se ha relegado la atención a la salud emocional y mental de las personas. Si bien una parte se debe a la apenas emergente cultura del autocuidado, también corresponde a la incredulidad o minimización de las consecuencias que estas pueden tener para un óptimo desempeño y respuesta ante las exigencias de la actual realidad.
Hacia dónde nos dirigimos
Tristeza, preocupación, enojo, desesperación o apatía que desde hace más de un año viven millones de personas en el mundo deben atenderse en los próximo años o los podríamos enfrentar como las nuevas pandemias de la humanidad.
Un estudio realizado por la universidad de Otawa encontró que la prevalencia del insomnio en esta temporada ha sido del 24%, la del trastorno por estrés postraumático alcanzó el 22%, la de la depresión se situó en 16% y la de la ansiedad llegó al 15%, según nota publicada en el diario El País, de España.
Por su parte, un artículo publicado en la revista científica Psiquiatry ResearchPsychiatry Research subraya que el trastorno por estrés postraumático, la ansiedad y la depresión fueron, respectivamente, cinco, cuatro y tres veces más frecuentes durante este confinamiento en comparación con lo que habitualmente reporta la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Pausa activa
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en su portal especializado para dar respuesta al COVID-19, emite la recomendación de expandir e invertir en servicios de salud mental para hacer frente a los efectos de esta pandemia. Carissa F. Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud, menciona:
“Los servicios de salud mental son fundamentales en nuestra respuesta al COVID-19 y, en última instancia, para nuestro proceso de reconstrucción. Esta pandemia nos recuerda, como nunca antes, que la salud mental es fundamental para el bienestar de las personas y las sociedades”.
Algo tan simple como el insomnio representa un riesgo. Este padecimiento puede desencadenar depresión e ideas suicidas que al corto plazo afectan la funcionalidad de la gente en su trabajo y vida personal.
Para empezar a actuar, consulta la guía para la protección de la salud mental y atención psicosocial en situaciones de epidemias, creada por la Unidad de Salud Mental y Uso de Sustancias, Organización Panamericana de la Salud, 2016.
También puedes adoptar un enfoque holístico de bienestar para tu organización basado en:
Implementar medidas de wellness corporativo demuestra una elevada consideración por los colaboradores y su salud. Este hecho hará que, a su vez, se sientan más satisfechos y consideren a la organización un lugar atractivo para trabajar. Esto reditúa en beneficios que generarán un mundo mejor para todos.
Cuídalos, cuídate, cuidémonos.