¡Pásele! ¡Llévele! ¿Qué va a llevar? Estas, junto con otras frases, se han vuelto sinónimos de comercio informal, sin embargo, va más allá, pues limita la productividad, la igualdad y el desarrollo en el país.
¿Qué se entiende por comercio informal o ambulantes? Ambos términos incumben a las personas que realizan sus actividades sin cumplir con las regulaciones marcadas por las leyes, es decir, que no están constituidas y, por consiguiente, no pagan impuestos ni servicios.
En México, el ambulantaje se ha incrementado considerablemente, lo vivimos día a día y lo vemos tan cotidiano que lo asumimos como “normal”, y a pesar de que para algunos es su única fuente de ingreso, este fenómeno ha establecido una economía paralela y traído consigo varias consecuencias, entre ellas la corrupción. Asimismo, causa un daño enorme a nuestro país, ya que incita a la evasión de impuestos y a una competencia desleal para las empresas que están legalmente constituidas.
Una de las causas principales es el exceso de requisitos y trámites necesarios para iniciar un negocio formal y, una vez que se constituye, es un proceso complejo para mantenerlo, ya que representa tiempo y dinero, pues hay que pagar cuotas y gastos sociales, adicionales a los impuestos.
La falta de alternativas laborales, así como los altos niveles de desempleo, se suman al origen de esta problemática. El comercio informal siempre ha tenido un gran impacto en las finanzas y políticas públicas de los países y para el nuestro se ha convertido en una constante en la economía.
Para muchos mexicanos, los trámites, la corrupción y el método de recaudación de impuestos tan cambiante han convertido al ambulantaje en su única alternativa para obtener recursos.
Pese a lo anterior, no podemos cegarnos y hacer como si nada pasara, ya que esta situación afecta a cientos de comerciantes y empresarios que tratan de mantenerse a flote, junto con sus empleados, sin embargo, por esta circunstancia ven reducidas sus ventas; otro perjuicio es la mala organización y, por ende, la obstrucción que generan los puestos sobre la vía pública, aunado a que se produce basura y existe un deterioro en las calles y avenidas y, por si fuera poco, los conflictos sociales, ya que estos puestos atraen delincuencia.
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el comercio ambulante tiene el control de casi el 60% de la economía mexicana, por lo que debería ser prioridad para el gobierno dar soluciones prontas.
Una de las propuestas sería concientizar a la población, respecto al consumo, pero no podría ser satisfactoria esta postura, si antes no se crearan incentivos, así como mecanismos que activen los mercados laborales, incrementando el empleo formal y, a la par, se rediseñen las leyes fiscales para estimular la formalidad de los pequeños contribuyentes, adaptar el marco jurídico asociado al pago de impuestos que beneficiaría a todos.
Estas medidas deberían ser tomadas en cuenta para acrecentar la economía y propiciar la inversión privada, nacional y extranjera, sin descuidar los rubros más afectados en el mercado informal, así como aquellos que se generan en el campo y con los empleados de casas –como la servidumbre–, que también son parte de esta informalidad, sin excluir a empresas y dependencias públicas que manejan esquemas de simulación laboral, que sólo perjudican y dañan la estabilidad del país.